Abro los ojos muy temprano, de madrugada, y aún sin luz yo veo. Veo este presente que ahora vivimos, este rush de acontecimientos que literal se llevan los días en fuga pero en cámara lenta. Parece que escucho la voz del universo diciéndome "ni te acomodes" Cuando creía que la vida por fin se alineaba, los hijos tomaban su propio camino, mi esposo y yo volvíamos a ser novios, las premuras materiales se hacían ligeras... un traspié del destino nos puso en modo alerta otra vez. Solo que ahora no hay tiempo para quejas. Amanece y descubro lo fuerte que soy. Hago de insomnios valentía y preparo los medicamentos, subo el vaso con agua, abro la persiana, me siento a su lado, lo observo dormir tan angustiado. Su ceño delata otra mala noche. Mi corazón se rompe otro poquito. Tomo aire, un día a la vez, pienso. Muevo su hombro un poco para despertarlo. Cuento los días por efectos secundarios, por alertas de algún buen cambio. Y sin embargo no llevo la cuenta. No quiero. Es un pro