Primera Fila

Abro los ojos muy temprano, de madrugada, y aún sin luz yo veo. Veo este presente que ahora vivimos, este rush de acontecimientos que literal se llevan los días en fuga pero en cámara lenta.
Parece que escucho la voz del universo diciéndome "ni te acomodes"
Cuando creía que la vida  por fin se alineaba, los hijos tomaban su propio camino, mi esposo y yo volvíamos a ser novios, las premuras materiales se hacían ligeras... un traspié del destino nos puso en modo alerta otra vez. Solo que ahora no hay tiempo para quejas.
Amanece y descubro lo fuerte que soy. Hago de insomnios valentía y preparo los medicamentos, subo el vaso con agua, abro la persiana, me siento a su lado, lo observo dormir tan angustiado. Su ceño delata otra mala noche. Mi corazón se rompe otro poquito. Tomo aire, un día a la vez, pienso. Muevo su hombro un poco para despertarlo.
Cuento los días por efectos secundarios, por alertas de algún buen cambio. Y sin embargo no llevo la cuenta. No quiero. Es un proceso a largo plazo, dijo el médico. Armense de paciencia, dijo.
Guardé en un cajón, muy dobladito y cuidadosamente, mi anhelo de verle hacer su vida independiente. Me puse un hilo rojo en el dedo para recordar donde lo puse. Mi esperanza está ahí guardada también.  "Bienvenidos a la primera fila" me dice mi amiga que lleva años en este periplo. Somos los valientes que luchan esta batalla.
Ahora recuerdo las letras chiquitas de mi contrato de madre: amarás profundo, grande, poderosa, incontenible, dolorosa.
Si pudiera regresar el tiempo nos llevaría a un día antes, a la noche que mientras yo dormía, él cantaba. Nos llevaría a el tiempo de la playa y las piedras con ojos, nos llevaría a una tarde en el jardín deshojando belenes... le diría mil veces más cuanto le amo, que la vida no será fácil, que nos preparemos, que tenga cuidado. No puedo. Entonces decido vivir este tiempo como en la segunda vuelta, por los dos, como si todo esto lo hubiera previsto. Y lo abrazo y se lo digo.