Entre las manos
Es inapropiado el modo en que ahora tengo décadas entre las manos, tiempo de sobra para pensar y pensar. Me queda grande el silencio, la casa iluminada, la cama. Deambulo por los pasillos y se me acaban las cosas que limpiar o acomodar, todo permanece en orden, quieto y perfecto. Todo menos el contrato que firmamos siendo niños. La infancia es destino dicen, yo siempre jugué a ser Penélope. Soy inapropiada para contar esta historia, soy, si acaso, testigo de nuestras distancias. Y mientras espero con la luz apagada, repaso en la mente las letras pequeñas, huellas ilegibles de falsas promesas.